lunes, 2 de enero de 2012

Punto de caida

Son las 12 de la noche y me encuentro en el portal de mi casa tirado cual persona apalizada, la temperatura hacia congelar hasta las hogueras haciendo salir un color parecido al hielo. Pero no siento nada, mas de dos litros de cerveza en uno de esos locales de irlandeses con los colegas han calado en mi cuerpo, y sabiendo que podría morirme de frío aguanto el tiron, entre otros motivos porque no sentía nada. Contemplo un espejo roto en el suelo el cual cada pedazo refleja mi rostro, y de repente paso de la ardiente euforia a la acida depresión. Empiezo a notar un escalofrío, la cabeza da mil vueltas y imágenes de presente y pasado se entremezclan para mas INRI de mi estado etílico. Las gotas de agua de lluvia empiezan a cruzar mi cara, y noto la sensación de haber vuelto en el tiempo, aunque sin ubicar la fecha exacta. Se de sobra que no es la primera vez que me encuentro tirado en un portal, medio etílico, habiendo pasado de un estado de felicidad a desesperación. Se de sobra que solo es un apéndice de un problema que llevo padeciendo desde hace tiempo, y no, no es el alcoholismo, sino el asumir que para poder avanzar recibes golpes, aprendes y continuas lo mejor que puedes. Hoy quizás de gracias por los golpes recibidos en la adolescencia, pero en aquel momento no estaba en disposición de agradecer nada a nadie. A pesar de que me mostraba fuerte como un muro, los cimientos de dentro solo eran arenilla recubiertos de una pared de cartón. Empiezo a recordar la perdida de muchos seres queridos, que las circunstancias del destino separan de ti. Sin embargo, si la perdida o la separación de algunos amigos resulta a veces nostálgica, peores son las traiciones, aquellas personas en las que depositas tu confianza y tu amor a cambio de nada y recibes algo peor que nada. Y de cómo las venas empiezan a fluir mezclando odio con cianuro, alcohol con la llama de un mechero dando la necesidad de tener que vaciarlas porque sientes que ardes por dentro. Eso es la jodida adolescencia en sus momentos crudos, recibir y continuar, abrir los ojos cuando crees que nunca los has cerrado y poder cerrarlos para parar y ver con claridad. De repente vuelves en ti mismo y te das cuenta que en un flashbacks han transcurrido 3 horas de los peores momentos de tu vida, como la película mas odiosa de tu vida ha pasado con la misma intensidad que un anuncio de bajo presupuesto. Y llegas a la conclusión de que en unos meses has pasado de quemar las calles a tu paso con tu grupo de amigos a entrar en un bucle de depresiones y frustraciones por culpa de varias personas en las que elevaste las expectativas al mismo cielo al lado de dios.

Especialmente una…

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